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Reforma Electoral
Como seguramente sabrán, los partidos están llegando a acuerdos más de conveniencia política que de otra cosa, para reformar la ley electoral y tratar de evitar un poco tanto absurdo electoral que se presenta en la actualidad en nuestro país, incluso, tal vez, con tal de gastar menos en publicidad y tener más recursos para llenarse las bolsas. Que se le va a hacer, a final de cuentas son partidos de personas.
Sin embargo, dentro de esa ley, están contenidas demandas que eran ya primordiales, sobre todo, impedir que las campañas sean simples competencias de spots y demás anuncios televisivos y radiofónicos, y sobre todo, limita el poder de los llamados "medios electrónicos", entiéndase radio y televisión, para hacer campaña en favor de uno u otro candidato.
Ciertamente la reforma electoral no está ni cerca de ser una panacea, pero representa un comienzo.
Ya antes se había presentado la cuestión de que los consejeros del IFE serían destituidos por su no oficialmente admitida fraudulenta participación en los comicios pasados, y por su oficialmente destacada ineptitud para manejar la situación. Hay que notar que por una parte, como muchos tuvimos la oportunidad de estudiar a fondo, es indiscutible que los antes mencionados consejeros fueron parte medular del fraude electoral que le arrebató la presidencia a AMLO, y por otro lado, por el lado de los que también hicieron el fraude, los que lo planearon originalmente, o sea, el PRIAN, resultaron totalmente incompetentes incluso para llevar a buen término la fraudulenta maniobra de FECAL, por lo que incluso los partidos que apoyaron el fraude, terminaron detestando a los consejeros del instituto, y además, encontraron a quién echarle la culpa por la todavía fuerte inconformidad tras las elecciones. Ante esta perspectiva, a Ugalde no le quedó de otra más que ponerse a luchar por su hueso, y se dedicó a lloriquear por doquier quejándose de que “los partidos” están dañando la autonomía del instituto, cosa que hasta da risa, pues hay que recordar que por muy “ciudadano” que sea el instituto, los consejeros son colocados por los partidos, en este caso, nuevamente, por el PRI y el PAN. (El PRD fue excluido en la asignación de los consejeros).
Sin embargo, esa cuestión de los consejeros a nadie le parece una afrenta de ningún tipo más que a Luis Carlos Ugalde y sus compinches. Sin embargo, los medios “electrónicos” de comunicación, en un enrarecido aire renovado de espíritu democrático, se encargaron de darle cabida a Ugalde y sus ingenuas y risibles declaraciones, y hasta levantaron supuestas encuestas y consultas de opinión que, a decir de las televisoras y radiodifusoras, “representaban la opinión del pueblo” y que decían que la gente confiaba más en el IFE (Tendenciosamente insinuando que el IFE en sí son los consejeros), que en los partidos políticos. Sin embargo, ni sus amañadas encuestas les ayudaron en lo más mínimo, pues no obtuvieron la “contundente” reprobación a las intenciones del poder legislativo.
El meollo del asunto viene cuando las radiodifusoras estudian lo que se establece en las reformas que se harán a la constitución y demás artículos relacionados con la materia electoral, y encuentran que ya no podrán, por una parte, hacerse millonarias con spots cada 2 minutos de partidos políticos, y que por otra parte, se les prohíbe mangonear “la opinión pública” a su conveniencia, es decir, se limita el verdadero poder que tienen los medios, y este es el del “Control de Masas”. Durante décadas las televisoras y radiodifusoras han sido los medios que promueven la censura y la tergiversación de la información para privilegiar los intereses económicos y políticos más variados, siempre para el beneficio de los grupos en el poder, ya sea el gobierno, los industriales y empresarios, o las propias televisoras y/o radiodifusoras, o la unión de dos o más de estos grupos. Ejemplos sobran, desde el enfoque que se le dio a las matanzas estudiantiles del 68 y 71, hasta la forma en que se llevaron a cabo las pasadas campañas electorales, atacando cada que les era posible a López Obrador, y no hablo de los Spots del PAN y el CCE, sino de las feroces críticas de los “especialistas” y “reporteros” ante cualquier mención misma de López Obrador, el PRD o cualquier postura de izquierda en el mundo, en espacios de noticieros, programas de análisis, y hasta comentarios de los más ignorantes en el tema durante programas de chismes y comedias, e igualmente, la constante adulación del candidato panista FECAL, y la total atención que se tenía con él, y el desprecio con el que se trataba la imagen de AMLO.
Las televisoras y radiodifusoras grandes tienen un poder que no tienen los demás ciudadanos, tienen el poder no sólo de alzar su voz y comunicar lo que saben u opinan, sino de manipular la percepción de su auditorio. Se ha llegado a mencionar que esta idea subestima a los radioescuchas y televidentes, pero me atrevo a decir con total seguridad y franqueza, que desgraciadamente este país está lleno de gente cuya inteligencia política está por los suelos, decenas de millones de personas que son total y completamente susceptibles de ser mangoneados en su pensamiento sin siquiera percatarse de lo que les está pasando. Pocas veces pueden ser alentados a confiar totalmente en alguien, pero muy fácilmente pueden ser empujados a odiar irracionalmente a alguien, y después de un tiempo, ser convencidos por completo de votar en contra de aquél a quien odian.
El año pasado, los medios masivos, las cámaras empresariales, el PRI y el PAN (Y sus derivados, PANAL y Alternativa), llegaron a un acuerdo mutuo donde el único objetivo primordial era evitar a toda costa que López Obrador llegara a la presidencia. Estos son, como podemos apreciar si tan solo razonamos un poquito, los representantes de los grupos de poder que siempre han exprimido al país para tener privilegios de varios tipos, y que aunque no siempre están de acuerdo, decidieron unirse para seguir gozando de esos privilegios, el PRI y el PAN, aliados para conservar el poderío económico, Televisa y TV Azteca para continuar con su duopolio, y el CCE para continuar con los tremendos privilegios de los que gozan los grandes consorcios empresariales del país.
Claro está, que el acuerdo no podía durar todo el sexenio, y ahora PRI y PAN se enfrentan a los costos de su acuerdo y de su fraude, viendo amenazada su inmune y soberbia perpetuidad en el poder, por lo que terminan “traicionando” a sus aliados, y otorgando un poco el “beneficio de la duda”, concediendo sin aceptar que articularon un atentado contra la democracia, acuerdan destituir a los consejeros y buscan la manera de librarse un poco de sus acreedores, los medios masivos de comunicación que los apoyaron. Esta maniobra política es benéfica para el PRI y el PAN, pues nadie en verdad cambiaría de opinión al respecto de si hubo fraude o no, pero sí se libran de un peso de encima, incluso económico, y de paso, lo que es realmente importante para el país, aportan algo benéfico a la democracia en México, y esto es disminuir el poderío económico como elemento primordial de las campañas, y además, limitar el poder de mangoneo de la radio y la televisión.
Como se puede ver, la reforma no es una caritativa muestra de honestidad y espíritu democrático por parte de los partidos políticos, pero tampoco es “un atentado contra la libertad y la democracia en México”.
Ahora, los medios reaccionan feroz e irracionalmente, bombardeando, sobre todo TV Azteca, con menciones continúas de la “terrible injusticia” de que son víctimas, y lo grave que es el acabar con la “Libertad de expresión” del ciudadano común y ajeno a partido político alguno, promoviendo injurias contra el sistema político mexicano (Que tampoco es defendible, pero no por las razones que ahora proclaman los medios), acusando de haber pasado de un sistema Presidencialista (cosa que en realidad todavía tiene en gran medida), a una “partidocracia”, término que no tiene significado oficial, pero que quieren hacer parecer un “gobierno de partidos”, entendiendo a los partidos como “grupos de poder egoístas y corruptos”, cosa que no es ajena a la realidad en México. Sin embargo, realmente el sistema político en México ya de antemano reconoce el sistema de partidos políticos como la forma en que los ciudadanos pueden ejercer la democracia, o sea que en realidad, y de la misma forma que es en todo el mundo, se trata de una “partidocracia”, pues resultaría absurdo pensar que literalmente cualquiera se pudiera de la noche a la mañana postular como “candidato independiente”, pues entonces cualquier hijo de vecino podría postularse y el número de candidatos sería absurdo, por no mencionar lo ridículo que sería que una persona sin ningún tipo de respaldo social y político pudiera aspirar a llegar a gobernar un país. En México, los partidos políticos están mal entendidos, desprestigiados por sus propias acciones y a pulso, pero no quiere decir que un partido por el simple hecho de existir sea deleznable por completo. Los medios quieren hacer creer que en esta ley se coartan la libertad de expresión de “los ciudadanos” (entiéndase todas las personas adultas), ya que ellos se consideran, ridículamente, “la voz del pueblo”, y se yerguen como los defensores de la democracia y la libertad, tratando una vez más de manipular la opinión pública, presionando para defender sus privilegios y poderes.
Por todo eso, y más que porque la reforma electoral sea una verdadera salvación para el país, yo apoyo la reforma electoral porque por fin es un intento para ir metiendo en cintura a los que ostentan ese poder muchas veces subestimado, pero que en verdad puede llegar a ser muy nocivo en ciertos casos, para la sociedad, sobre todo cuando se mercantiliza y se convierte en una forma de control.
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